jueves, 29 de diciembre de 2011

La Piel que Habito - en la piel de Hollywood

El estilo de Almodóvar es inconfundible, su narrativa es una aguja hipodérmica que va haciendo mella, lenta y dolorosamente en la psique del espectador, uniéndose a la tensión masiva que se siente en los cines. Desafortunadamente La, a pesar de sus subtextos médicos y su crudeza sexual, queda corta en el impacto generado, comúnmente, por otras películas de Pedro Almodóvar.

La originalidad de la cinta queda un poco de lado para aquellos cinéfilos del director español, mezcla y une temas que ya se han visto en películas de antaño como Átame (1990), Tacones Lejanos (1991), pasando por su nueva ola de La Mala Educación (2004) y Todo sobre mi madre (1999). Sin embargo, el observar las tomas y la narrativa utilizada por Almodóvar para incrementar la tensión, sexual y climática, vale bien pasar las casi dos horas de duración entre los clímax y anticlímax de la historia.

En resumen, el guión nos lleva a la vida de Roberto, un genio de la cirugía plástica, el cual tiene la obsesión de reproducir y mejorar, mediante pécnicas genéticas, la piel humana. Beto lleva su investigación a la aplicación humana, sin hacérselo saber a la comunidad científica, en una persona que secuestra. Parte del conflicto se desarrolla al entender que la persona secuestrada ha sido transformada, quirúrgicamente, en un duplicado de la difunta esposa del doctor, lo que lo sumerge en la investigación sobre una piel resistente a las quemaduras.

El primer acto de la película se enfoca tanto en establecer la psique de Beto y la relación dependiente con su secuestrada que alarga la introducción a la película más de lo debido. Para solucionarlo Almodóvar hace uso de las elipsis narrativas, mostrando el pasado del doctor y las intrínsecas relaciones familiares que formaron a los personajes en el presente. El problema con este estilo de narrativa es que hace predecible a la película, una vez que comprendemos el conflicto del doctor y de su víctima. La misma manera de llevarnos de la mano por su historia me pareció simple y poco imaginativa, ciertamente violentada por el cine de estudio norteamericano para hacer más accesible una plétora de temas, implicaciones médicas, sexuales y de convenciones sociales que no harían accesible la película a todos los espectadores si Almodóvar hubiese mantenido otra línea menos común de narrar la historia.

En general la película tiene tantos momentos sorpresivos, pero predecibles, que la expresión deux ex machina sería uno de los principales motores en el segundo y tercer acto, los cuales se aceleran hasta el grado de lograr olvidar la lentitud del primero. La piel que habito no es Frankenstein, ni una reflexión sobre la genética y los nuevos procedimientos médicos. No es, ni de cerca, de las mejores obras de Almodóvar. Si alguno de ustedes quiere introducirse, por primera vez, a uno de los mejores directores que ha dado España (y me parece que el mundo), podrían iniciar su trayecto con esta película - mostrando a un Almodóvar técnicamente perfecto, pero sin la fuerza temática que llega a afectar a tantos no iniciados.


La Piel que Habito - en la piel de Hollywood

El estilo de Almodóvar es inconfundible, su narrativa es una aguja hipodérmica que va haciendo mella, lenta y dolorosamente en la psique del espectador, uniéndose a la tensión masiva que se siente en los cines. Desafortunadamente La, a pesar de sus subtextos médicos y su crudeza sexual, queda corta en el impacto generado, comúnmente, por otras películas de Pedro Almodóvar.

La originalidad de la cinta queda un poco de lado para aquellos cinéfilos del director español, mezcla y une temas que ya se han visto en películas de antaño como Átame (1990), Tacones Lejanos (1991), pasando por su nueva ola de La Mala Educación (2004) y Todo sobre mi madre (1999). Sin embargo, el observar las tomas y la narrativa utilizada por Almodóvar para incrementar la tensión, sexual y climática, vale bien pasar las casi dos horas de duración entre los clímax y anticlímax de la historia.

En resumen, el guión nos lleva a la vida de Roberto, un genio de la cirugía plástica, el cual tiene la obsesión de reproducir y mejorar, mediante técnicas genéticas, la piel humana. Beto lleva su investigación a la aplicación humana, sin hacérselo saber a la comunidad científica, en una persona que secuestra. Parte del conflicto se desarrolla al entender que la persona secuestrada ha sido transformada, quirúrgicamente, en un duplicado de la difunta esposa del doctor, lo que lo sumerge en la investigación sobre una piel resistente a las quemaduras.

El primer acto de la película se enfoca tanto en establecer la psique de Beto y la relación dependiente con su secuestrada que alarga la introducción a la película más de lo debido. Para solucionarlo Almodóvar hace uso de las elipsis narrativas, mostrando el pasado del doctor y las intrínsecas relaciones familiares que formaron a los personajes en el presente. El problema con este estilo de narrativa es que hace predecible a la película, una vez que comprendemos el conflicto del doctor y de su víctima. La misma manera de llevarnos de la mano por su historia me pareció simple y poco imaginativa, ciertamente violentada por el cine de estudio norteamericano para hacer más accesible una plétora de temas, implicaciones médicas, sexuales y de convenciones sociales que no harían accesible la película a todos los espectadores si Almodóvar hubiese mantenido otra línea menos común de narrar la historia.

En general la película tiene tantos momentos sorpresivos, pero predecibles, que la expresión deux ex machina sería uno de los principales motores en el segundo y tercer acto, los cuales se aceleran hasta el grado de lograr olvidar la lentitud del primero. La piel que habito no es Frankenstein, ni una reflexión sobre la genética y los nuevos procedimientos médicos. No es, ni de cerca, de las mejores obras de Almodóvar. Si alguno de ustedes quiere introducirse, por primera vez, a uno de los mejores directores que ha dado España (y me parece que el mundo), podrían iniciar su trayecto con esta película - mostrando a un Almodóvar técnicamente perfecto, pero sin la fuerza temática que llega a afectar a tantos no iniciados.